tercera época (2001-2010)
A partir del año 1998, la mayor parte del trabajo de Stidna! tuvo que ver con el campo de la acción. Tres años de intensa actividad en este terreno nos hicieron replantear muchos de los puntos básicos de la práctica artística del colectivo e iniciamos un periodo de reflexión, fruto del cual es el texto que sigue. Por otro lado, a medida que pasaba el tiempo, cada uno de nosotros iba perfilando su propia línea de trabajo individual en performance, lo cual no quiere decir que Stidna! desapareciera o su trabajo se interrumpiera, aunque es cierto que la producción colectiva fue menos intensa que en el pasado, en beneficio de la actividad individual. Tampoco significa que abandonáramos la acción postal, ni que dejáramos de explorar otras prácticas, como la intervención urbana.
Desde hace algún tiempo nuestro propio discurso, incluso siendo sincero, nos incomodaba como un vestido prestado, era cada vez más parecido al que utilizan las instituciones y la gente que trabaja para ellas, o de aquel que se valen los medios de comunicación: la crítica de la sociedad, del mundo en que vivimos, de las actitudes individualistas e insolidarias; que tantos dividendos en cuestión de imagen y prestigio los proporcionan. Se podría decir que el lenguaje de las instituciones, el lenguaje del poder, se ha apropiado del lenguaje alternativo, radical o antisistema y de sus símbolos, dejándonos, literalmente, desnudos. Declararse hoy en día transgresor o alternativo no significa demasiado porque este discurso ha sido fagocitado por el sistema. Prácticamente la única posibilidad de ser alternativo hoy en día sería el anonimato, pero esto también ha sido apropiado por parte del poder: sirvan como ejemplo los reality shows o la reciente campaña de marketing de una importante editorial apropiándose de la figura y los métodos de Luther Blissett.
Vivimos en un mundo esquizoide, que enaltece al individuo para después dejarlo solo y desgraciado frente al poder, frente a sus semblantes y frente a sí mismo. Por otro lado, las instituciones recogen el malestar de estos seres que viven solos y lo desmenuza, le resta importancia, convirtiéndolo, en el caso de la institución arte, en objeto de contemplación.
El arte que pretende hablar del individuo casi siempre está hablando del individuo en abstracto; y los artistas se abstraen tanto que llegan a hacerse ajenos para los otros, incluso aquellos que declaran su proximidad al otro. La antropología ha servido también para dar una pátina humanista al discurso artístico denominado de vanguardia, tanto el muy tecnologizado como el que se pretende alternativo. Se usan temas como símbolo, ritual, etc., sin conocer realmente su significado. Precisamente, dentro de la antropología no se habla del individuo más que dentro de la sociedad y en función de esta, o de un supuesto verdadero sistema de pensamiento -perversión de nuestra sociedad occidental que habla siempre de un individuo abstracto- y hay prejuicio, pudor o vergüenza de incluir al individuo como lo que es: una persona concreta que vive una vida real y no abstracta, evidentemente en un contexto personal y relacional, cultural, social e histórico determinado.
Sin embargo, este individuo concreto ha sido relegado al limbo de l0 psicológico y cuando sale a la luz se le encuadra dentro de alguna psicopatología. A pesar de esto, la misma sociedad que se comporta de esta forma suele tildar al artista de psicótico o neurótico y lo instituye heroicamente como tal, a la vez que niega al individuo "no artista" que se manifiesta diferenciado, bajo pena de clasificarlo dentro de una categoría abstracta de la anomalía.
En la intervención urbana Tierra de refugio III (2000), instalamos un paso cebra en la parte peatonal de la Rambla Guipúzcoa de Barcelona, en sentido perpendicular al de los peatones. Este paso cebra, a tamaño natural, estaba confeccionado con prospectos de los psicofármacos que habíamos ido tomando, plastificados. Transversalmente, unas huellas recortadas en el papel marcaban un camino imaginario que finalizaba frente a la comisaría de la Verneda, en la cual se encontraba la Unidad de Extranjería de la Policía en Barcelona. Para obligar a los peatones a atravesar el paso cebra en sentido anómalo, habíamos dispuesto unas vallas y cinta plástica de la Guardia Urbana que impedían el paso por cualquier otro lugar.
Con esta intervención queríamos unir dos conceptos, el tráfico migratorio y la cuestión de los refugiados -tema sobre el cual hemos desarrollado una serie de obras a la cual este trabajo pertenece-, con el de la medicación psiquiátrica como último refugio que se ofrece a todo aquel que está descontento con la sociedad en la que le ha tocado vivir, y profundizar así en la reflexión sobre la identidad en nuestra sociedad, en los recursos que provee para salvar la desestructuración de nuestro territorio psíquico y social y en la necesidad de encontrar un refugio en un mundo en el cual hemos perdido territorio espiritual.
Todos nosotros somos herederos involuntarios de un discurso impregnado por la preocupación del papel del artista y del intelectual en la sociedad. En realidad, el artista o el intelectual se convierten en mitos o categorías abstractas del pensamiento. Este discurso no se preocupa de ver a los individuos concretos en interrelación con su entorno físico y relacional real; tal vez porque el concepto de discurso es incompatible con esto. Al final, el artista que se pretende rebelde, revolucionario o socialmente comprometido muchas veces acaba siendo ingerido y posteriormente regurgitado por la teoría del arte o por cualquiera otro discurso de poder.
Desde Stidna! pasamos de la crítica genérica a la sociedad desde el arte a cuestionar este limbo en el que estábamos y a plantearnos nuestra relación con los otros. A partir de aquí empezamos a revisar nuestro propio discurso y a hacer una crítica del mismo, planteándonos nuestra práctica artística en tanto individuos concretos inmersos en nuestro propio contexto y con un conjunto de relaciones concreto.
Actualmente, esta práctica se enriquece tanto de artistas como de no artistas, añadiendo nuestra propia vida -exponiéndonos ante los otros- a nuestro trabajo, reflexionando sobre nuestra actitud como seres humanos en concreto y no como artistas en abstracto. Aquí forzosamente tenemos que citar la experiencia del espai miau 1, en el cual han participado, no solamente como espectadores sino también como protagonistas de pleno derecho y con igual rango, personas no vinculadas al mundo artístico y que no se plantearían esta participación en acontecimientos de este tipo de no existir una relación personal concreta previa. El resultado de la interacción entre artistas y no artistas ‑en definitiva, entre personas‑ en un espacio concreto ha sido valorado muy positivamente por todos ellos.
Esta evolución personal y artística es la que nos ha llevado a centrar nuestro trabajo cada vez más en la acción. La práctica de la acción es muy importante tanto en nuestro trabajo como en nuestra trayectoria vital como individuos concretos, porque nos está permitiendo el contacto con el otro, que inicialmente nos resultaba violento, y enriquece nuestro pensamiento y nuestra acción dándoles forma, profundidad y matiz. Además, este contacto no se produce desde el escenario sino entre la gente. Por lo tanto, este discurso artístico no es un discurso ajeno a nuestra propia vida.
Desechos de la memoria (2000) es una acción que recoge este espíritu: metidos 8 horas en un contenedor de escombros, en la Rambla de Palma de Mallorca, hicimos un repaso catártico de casi 25 años de historia personal a través de cerca de 400 carteles recogidos por nosotros a lo largo de este periodo (carteles y panfletos políticos de los años 70, publicidad y entradas de conciertos de los años 80 y prospectos y cajas de ansiolíticos y antidepresivos de los años 90: ¿por qué no la historia de una generación?). Comentábamos en voz alta los textos escritos mientras forrábamos pacientemente con ellos el contenedor por dentro y por fuera, hasta que se desbordaron por la acera enganchándolos en el suelo de la ciudad sobre el cual la gente andaba. A veces alguien se paraba a preguntar qué hacíamos; unos porque veían reflejados sus propios recuerdos; otros, porque no entendían y querían saber o porque no habían nacido; los más, jóvenes y viejos, pasaban indiferentes. De esto último es de lo que hablábamos antes.
Stidna! 10 años de vida y de encuentros (1993-2003) (texto de la exposición conmemorativa en el espai miau1)
Stidna! nació en octubre de 1993 con la intención de denunciar la manipulación del lenguaje por parte del poder. Poco a poco, se fue transformando en una práctica crítica basada en la acción, que definimos como "acción postal", en la cual el mensaje era tan importante como el soporte comunicativo.
Pronto nos incorporamos en las redes del arte postal, estableciendo un núcleo de intercambio comunicativo con otros artistas, siempre bajo la premisa de una relación horizontal, de igual a igual, una premisa que no siempre se cumplía en estas redes, a pesar de sus principios teóricos fundamentales.
El siguiente paso fue, entonces, el establecimiento de una relación directa, de persona a persona, en el cual el encuentro era el elemento fundamental. En esta época también empezó nuestro trabajo en performance, tanto colectiva como individualmente, relegando a un segundo plano la poesía visual y la instalación, aunque sin abandonarla nunca del todo.
La presencia y el acercamiento al público fueron dos de los rasgos fundamentales que incorporamos a nuestra vida artística a raíz de nuestro trabajo en la acción y que tuvieron su culminación con la creación del espai miau1 el 1999. En este espacio, artistas y no artistas podían establecer una relación directa, entre iguales. En los cinco años de actividad del espai miau1 se creó un punto de encuentro entorno a una visión de la arte más abierta, alejada de todo elitismo y competitividad, un lugar en el cual no importaba tanto la calidad artística –a pesar de ser muy alta- como las relaciones entre las personas.
Poco a poco fuimos incorporando estas premisas a todos los ámbitos de nuestra vida y no sólo a la artística. La experiencia del espai miau1 nos ha permitido constatar que existen puntos de coincidencia entre los asistentes que merece la pena cultivar.
Si quisiéramos sintetizar en pocas palabras el balance de la primera década del colectivo Stidna! hablaríamos de la voluntad de crear un modelo diferente de relaciones -en la vida y en el arte-, un modelo más abierto, más cercano y más personal.
Los frutos más recientes de este espíritu los podríamos encontrar en la nueva etapa puesta en marcha al festival de performance eBent a partir de 2003 y en la cual como organizadores y junto con Manuel Morales, quisimos dejar como impronta una forma diferente de ver y vivir las relaciones humanas, o la exposición catalogn(n/u)e, les autres poètes catalans, expuesto en Marsella y comisariado por Carlos Pina, que tenía precisamente esta filosofía como eje fundamental, donde se había prevalecido más la manera de entender el arte y la vida en general por parte del artista, que la obra en sí misma, aunque, por supuesto, todas ellas eran de gran calidad.
Entendida de este modo, la práctica artística y la comisarial son fuertemente ideológicas, puesto que forman parte de una filosofía de vida. Esta práctica es paralela a nuestra manera de entender la vida, que se opone rotundamente a la concepción neoliberal, consumista y competitiva de nuestra sociedad y que también tiene un reflejo directo al mundo del arte actual. Afrontamos, sin embargo, esta visión con humildad, conscientes de nuestras limitaciones. Cómo hemos dicho en otras ocasiones, para nosotros lo más importante de la práctica artística no es la forma sino las formas, en otras palabras, defendemos una actitud más ética que estética.
La historia de Stidna! es también la historia de las relaciones y los ámbitos cambiantes. Si en los inicios reproducíamos la relación asimétrica con los medios del poder, dentro de un contexto general y abstracto, gradualmente fuimos dándonos cuenta de que lo que interesaba de verdad era lo concreto, las personas y todas las relaciones cruzadas que se establecen entre ellas. Estas relaciones pasaban, pues, por el encuentro, allá donde nos conocemos y nos reconocemos como individuos, con una identidad y especificidad definidas, lejos de las generalizaciones abstractas, personas con sus contradicciones ante las cuales queremos rehuir de todo cinismo. Un encuentro que, obligatoriamente tiene que empezar desde abajo, desde el entorno más cercano.
Y, a que aspiramos? Quizás a la creación de un modelo alternativo de relaciones humanas que huya de la legitimación a través de mecanismos de poder para dar a un sistema de reconocimiento mutuo entre personas consideradas todas ellas como iguales. Aunque pueda parecer muy obvio y pudiera pensarse que ya se da en los circuitos alternativos, creemos que no siempre es así, puesto que no sólo nos oponemos a los mecanismos basados en el Poder con mayúsculas sino también a aquello que denominamos micropoderes.
El trabajo del colectivo continúa, con un ritmo diferente, pero incorporando otros medios. Después de un largo periodo en el cual nos centramos fundamentalmente en nuestro trabajo individual en performance; y después de haber abierto y cerrado diferentes líneas de experimentación, nos replanteamos volver a la materialidad inicial de nuestra práctica artística.
Independientemente, pero de manera casi simultánea, los dos componentes de Stidna! hemos llegado a un trabajo procesual que, partiendo de la performance, realiza un trabajo constructivo y no siempre efímero, un trabajo que podríamos clasificar dentro de la instalación. Del mismo modo, la documentación completa de los procesos performáticos, posibilita la realización de vídeoinstalaciones a partir de todo el trabajo realizado, una línea de trabajo que en estos momentos nos interesa de manera muy especial, puesto que permite incorporar dentro de la misma obra todas las fases del proceso: acción, documentación y resultado. Así, la obra resulta más completa a la vez que más comprensible, siempre sin renunciar a nuestra voluntad de cambiar, aunque sea de manera mínima y modesta, aquello que no nos gusta del mundo en el que vivimos.
1 Veure http://espai-miau.stidna.org/