segunda época (1995-2000)
Después de la primera etapa de acción anónima, el 1995 hicimos nuestra primera presentación pública y, en paralelo, nos incorporábamos en las redes de arte postal, participando con nuestros envíos en varias convocatorias. Rápidamente, nuestro trabajo dentro del mail-art fue derivando hacia el envío periódico de obras dentro de las redes de arte postal, poniendo más énfasis en el uso de la red para la transmisión de un mensaje que en la participación en convocatorias concretas. Habitualmente realizábamos nuestros envíos dentro de la pequeña red de corresponsales que habíamos ido tejiendo y que poco a poco se fue extendiendo. Periódicamente realizamos acciones postales más masivas, con envíos más allá de nuestra red habitual, lo cual nos permitía ensanchar nuestros horizontes.
Gradualmente, la acción artística del colectivo se había ido ampliando a la crítica de todo aquello que configura lo que se ha dado en denominar “pensamiento único”, que se ha impuesto a nuestro alrededor sin apenas resistencia. A nivel formal, el colectivo siguió experimentando en la línea de la poesía visual, tanto en la infografía como en el copy-art y en el mail-art entendido como acción postal, al mismo tiempo que trabajaba en el terreno de la instalación. En este campo, Stidna! proponía montajes en la misma línea de reivindicación del compromiso ideológico y social del arte.
Posteriormente ampliamos el concepto de acción postal sacándolo de las redes de mail-artistas, como en la acción postal Mohr (1996-1998) en la cual, por cada postal enviada dentro del la red de mail-art, se enviaba otra a una persona escogida al azar y sin relación con el mundo artístico. De este modo se ampliaba el número de receptores del mensaje y se abría el arte postal más allá de sus límites habituales. En la acción postal No necesita sello (1997-1998) proponíamos una mezcla de convocatoria de mail-art y de acción por parte de los participantes en la que la acción artística se convertía en protesta lúdica, yendo más allá de la simple crítica e iniciando una convocatoria de actuación permanente.
Definimos la acción postal como el envío masivo de obras de arte a través del correo con la intención de transmitir un mensaje concreto y no respondiendo a una convocatoria específica; lo principal es el mensaje a transmitir y que consiga la máxima difusión. La acción postal es un acto comunicativo, a veces subversivo, siempre incitador de la reflexión y la acción. En otras palabras, la acción postal transmite un mensaje e invita a la acción, a la vez que procura el diálogo o la discusión y la apertura de la red a nuevos corresponsales.
A finales de 1997 se cerraba la segunda etapa de Stidna! para iniciar una nueva. Los rasgos definitorios de aquella segunda época habían sido la proyección pública del trabajo de Stidna! y la experimentación de técnicas artísticas en poesía visual más allá del copy-art: trabajo con objetos, nuevos materiales 1 y formatos y la profundización en el campo de la instalación. También se produjo en esta época una mayor diversidad temática, a la vez que intentamos integrar en nuestro trabajo un doble concepto lúdico e intelectual del arte. Hitos importantes de este periodo habrían sido la depuración del concepto de acción postal, el asentamiento del colectivo dentro de una red regular y estable de mail-art y el nacimiento de (bajo seudónimo) con una intención más lúdica e irónica pero no menos crítica. A partir de este momento iniciamos un abandono gradual del copy-art para usar nuevos materiales y formatos aunque sin abandonar la acción postal para trabajar más en la experimentación en diferentes campos artísticos.
Paralelamente, durante este periodo trabajamos en el terreno de la instalación, en la cual pretendíamos por encima de todo la participación del espectador, que interactuara y se involucrara en la obra para reflexionar a partir de esta experiencia.
En On pleure tous (espai Cèl·lula, Teatre Malic, 1995), empapelábamos toda una pared del espacio con listas en blanco, a manera de formularios, en los cuales había espacio para escribir nombre, profesión, fecha de nacimiento y fecha de la muerte de miles de personas. En el centro, un pequeño texto recordaba las incontables víctimas, el número de las cuales nunca se llegará a conocer, en la guerra sucia que, desde 1992, asoló Argelia.
En Jocs i tripijocs (presentado en la Marató de l'Espectacle, 1996) proponíamos una serie de juegos e invitábamos al público a participar en ellos para desvelar las paradojas que se ocultan detrás de la realidad. En la instalación manipulábamos los juegos y sus reglas –creando juegos “tramposos”, cuyas reglas o construcción impedían ganar en cualquier caso– para recrear una realidad social desigual. Los juegos se convertían así en una metáfora de la realidad.
Podríamos definir dos rasgos fundamentales en nuestras instalaciones: en primer lugar, la forma de ocupar el espacio, puesto que la disposición de cada instalación está íntimamente ligada al espacio en el cual se expone; en segundo lugar, la interactividad: pretendemos que los espectadores se acerquen a nuestra obra, se involucren e interactuen con ella, convirtiéndose de este modo en participantes de la misma.
1 Nuestro trabajo artístico siempre ha usado materiales culturales que, producidos por el ser humano, se han convertido en parte del entorno natural en el cual este desarrolla su vida. Ya se trate de símbolos o de objetos manufacturados, comprados o reciclados, materiales de construcción innobles, etcétera, ningún material es rechazado si sirve para construir una obra determinada, tanto en su aspecto estético como simbólico.