[2003] taller de reconstrucción
( [Accions contra la guerra. Escola Llotja, abril 2003] )
Cuando Xavier Canals nos propuso participar en una sesión de performances contra la guerra de Irak aceptamos la propuesta inmediatamente, a pesar de que no solemos trabajar a partir de un tema que nos venga dado a priori. Aceptamos porque era un tema que estaba íntimamente ligado con nuestro compromiso, tanto personal como artístico pero, sobre todo, aceptamos por venir la invitación de Xavier, a quien profesamos un gran afecto.
Decidimos desde un principio partir de fragmentos de espejo como elemento base, material que estábamos utilizando en esos momentos en otros de nuestros trabajos y que podía prestarse a numerosas interpretaciones simbólicas.
El primer dilema fue el enfoque que íbamos a dar a la performance. La opción más inmediata era reflejar directamente la destrucción con los trozos rotos de espejo, pero la descartamos por considerar que la guerra, acto destructivo por antonomasia, estaba ya omnipresente durante esos días; además, el recurso a la destrucción ha sido empleado tantas veces dentro del arte de acción que cualquier intención de crítica que se pretendiera hubiera sido banalizada inmediatamente por el propio hecho de la repetición.
Optamos entonces por lo contrario, por una acción constructiva que aprovechara el potencial simbólico de los espejos rotos y lo transmutara en una fuerza positiva. Planteamos entonces a los participantes este "taller de reconstrucción» en el que depositábamos los fragmentos en el suelo e íbamos re-construyendo el espejo sobre un tablero negro, invitando a participar a todos aquellos que se acercaban por allí.
Esta acción permitía además una segunda lectura, en la línea de nuestra serie de instalaciones "Jocs i tripijocs", en la que proponíamos unos juegos imposibles o tramposos para hacer reflexionar a los participantes en las paradojas del discurso del poder. Con este "taller" queríamos llamar la atención sobre el concepto de "reconstrucción", utilizado hasta la saciedad por los emisarios de la guerra y la destrucción, un concepto engañoso, ya que, al igual que no es posible reconstruir el espejo a partir de unos fragmentos, tampoco es posible reconstruir las vidas segadas por la guerra.
La reacción del público, una vez más, nos sorprendió. En una ciudad en la que todos pasan sin fijarse en los demás, en la que el circo está servido todos los días, nos maravillamos de que todavía haya gente que se acerque ingenuamente y quiera participar en este acto simbólico de reconstrucción, de reparación de un sufrimiento infringido a todo un pueblo con la complicidad de nuestros gobernantes y en contra de la voluntad de todos nosotros.