Botiquín
( [Altavoz-arte sonoro. Coslada, mayo 2001] )


Botiquín es un poema fonético a dos columnas recitado a dos voces.

Los performers salen al escenario y despliegan por el mismo cajas de los medicamentos que han tomado, una por cada especialidad distinta, en total más de una treintena.

Cada uno de los dos performers va recitando los nombres de cada una de las columnas de la siguiente lista de psicofármacos -nombre comercial y nombre genérico-, muy a pesar nuestro, bien conocidos por muchos:

ANAFRANIL CLOMIPRAMINA
BESITRAN SERTRALINA
CEDROL ZOLPIDEM
CICLOFALINA PIRACETAM
CONDUCTASA PIRIGLUTINA
DIAZEPAN-LEO DIAZEPAM
DORKEN PIRIDOXINA
DUMIROX FLUVOXAMINA
ETUMINA CLOTIAPINA
LEXATIN BROMAZEPAM
LIMOVAN ZOPICLONA
LORAMET LORMETAZEPAM
MANERIX MOCLOBEMIDA
MELERIL TIORIDAZINA
NOCTAMID LORMETAZEPAM
ORFIDAL LORAZEPAM
PRISDAL CITALOPRAM
RENEURON FLUOXETINA
REXER MIRTAZAPINA
ROHIPNOL FLUNITRAZEPAM
RUBIFEN METILFENIDATO
SEDOTIME KETAZOLAM
SEROXAT PAROXETINA
SINOGAN LEVOMEPROMAZINA
TEGRETOL CARBAMAZEPINA
TOFRANIL IMIPRAMINA
TRANKIMAZIN ALPRAZOLAM
TRANXILIUM CLORACEPATO
TRYPTIZOL AMITRIPTILINA
VANDRAL VENLAFAXINA

Esta lista es leída de diferentes maneras: en orden alfabético de marcas, de genéricos, por familias de fármacos, de forma alternada, simultánea, en orden inverso, con distintas entonaciones, ritmos, etc., hasta crear una familiarización del público con los nombres.

En Botiquín la oralidad se convierte en la protagonista, ya que leer en voz alta es dar forma física al pensamiento. Lo importante de recitar para otra persona es el compartir algo que deja de ser una fantasía o un fantasma encerrado en el estrecho espacio de la mente solitaria.

El hecho de repetir esos nombres ininteligibles, con toda esa serie de variaciones, hace que se pierda la gravedad que implica el estar tomando una pastilla con un nombre tan rimbombante. Partimos del reconocimiento de que el consumo de este tipo de medicamentos está ampliamente generalizado y reconocemos esa connotación peyorativa de que hablábamos antes que asocia psicofármaco con locura, por lo que al hacer esta parodia poética convertimos el hecho en algo menos trascendente. La vergüenza y la soledad asociadas a este tipo de medicamentos acaban convirtiéndose en pura jocosidad de tan esperpéntico que resulta el oír esa retahíla de nombres repetidos una y otra vez.

Durante la realización de esta performance, los asistentes se fueron relajando gradualmente y al poco rato se podían escuchar risas entre el público. Incluso, alguna persona se animó a participar una vez terminada la acción aportando nuevas marcas, como la Efedrina, que los performers, a pesar de tener profundos conocimientos prácticos sobre el tema, desconocíamos.


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